El verde avellana de Danet
Por todo lo alto y con los hermanos Marquez es como Danone ha lanzado los nuevos sabores de sus populares Danet, Natillas en otro tiempo. El sabor tradicional tiene envase de color amarillo, el de chocolate negro es precisamente de ese color, el de caramelo marrón anaranjado, el de café marrón más clarito… Vaya nos hemos quedado sin colores para las de choco-avellana, imagino que pensarían.
Es verdad, sí, la mayoría de ellas son tonos de marrón. Y por eso debieron pensar que era buena idea que las de choco-avellana fuesen verdes. Algo podemos aprender de esta decisión. La primera que las grandes multinacionales también se equivocan. No pasa nada por hacerlo, siempre que aprendamos del error y corrijamos. Y eso vale para multinacionales, Pymes y para quien sea.
Lo segundo, cuando usamos un color y sobre todo si lo hacemos protagonista, estamos diciendo al cliente mucho, pero sin palabras. Estamos comunicándonos con él. Ahora cerremos los ojos e imaginemos que estamos en un supermercado delante de los lácteos y vemos un envase de natillas verde. ¿De qué sabor pensamos qué es sin leer la etiqueta? Pues seguramente de cualquiera menos de chocolate y avellana.
Sí, transgredir una regla puede hacer que el cliente se fije, pero con las cosas de comer no se juega. Danone busca cambiar el target de Danet de niños a jóvenes, por eso los nuevos sabores. Y por eso quizá han pensado que lo de transgredir una regla con el color era buena idea. Sin embargo hay líneas que no conviene traspasar si no queremos comunicar una cosa equivocada y esta es una de ellas.
Los sabores que tienen color verde no son precisamente los más consumidos por los jóvenes ni los que buscan. Y mucho menos los niños. No las he probado, pero la combinación de chocolate con avellana seguro que es genial. Pero uno compra un sabor nuevo cuando se le antoja al verlo. Y ese antojo en un supermercado, viene en primer lugar por el color del envase. Así que podemos estar, perfectamente, ante uno de esos casos en los que un gran producto fracasa no porque no sea bueno, sino porque no se ha sabido vender. Como he dicho muchas veces ser bueno es imprescindible, pero no es suficiente.
La experiencia de este producto usa otro sentido más, el del gusto. Y como bien sabemos, todo tiene que ser coherente para que funcione. En este caso, el gusto es incoherente con el color.