No hay mucho que hacer sino mala organización
Está claro que rendimos mucho mejor cuando nos dedicamos a una sola tarea y no a veinte a la vez. Eso no tiene discusión alguna. Pero como todo, cuando se lleva al extremo, no es bueno, en este caso, no es eficiente.
Rara vez en una Pyme hay una sola cosa que hacer. Si trabajamos, como diría un informático, en serie, o sea esperamos a terminar un proyecto para empezar el siguiente, siempre tendremos la presión de todos los demás sin hacer. Es como el estudiante que se dedica a una sola asignatura y hasta que no la domina no empieza la siguiente. Siempre trabaja con la presión de que el resto no las lleva nada bien. Es mucho mejor llevar todas al mismo ritmo. O sea, dedicar una tarde a cada una de ellas, por ejemplo. De manera que todas vayan a la par.
En la empresa ocurre exactamente igual. Son muchísimas asignaturas o sea, muchísimas cosas que hacer. Por lo que no hay más remedio que llevar varias a la vez. Eso sí, dedicándonos a una sola cosa en cada momento que programemos. Si contestamos llamadas, correos electrónicos y mil cosas más a la vez que hacemos otra cosa, en realidad no hacemos ninguna de ellas.
O sea, lo eficiente es dedicar bloques del día exclusivamente a una tarea o proyecto, pero cada eso sí, cada bloque a uno diferente. Contando en esos bloques en los que dividimos el día con que tendremos que comer, descansar y dejar un tiempo para imprevistos por si surge algo de hoy para hoy.