Cómo debería ser un buen consultor
Me preguntaban ayer que, en general, cuál es la mayor dificultad que creo que existe cuando se asesora a alguna empresa. Pienso que el mayor problema es encontrarse con alguien cree que que hace bien, algo que es evidente que no.
Se supone que uno se hace con los servicios de un consultor o alguien que le asesore porque quiere contar con su conocimiento y experiencia para un tema concreto. Es más, no hace falta ni que haya un proyecto de asesoramiento de por medio. Cuando uno hace una pregunta es porque hay algo que le inquieta o quiere hacer y acude a alguien que cree que con su respuesta puede arrojar un poco de luz.
Sin embargo el mayor problema es no hacer caso a esa respuesta porque se piensan que realmente lo están haciendo correctamente. Y es que un buen consultor no es solo aquel que asesora y acompaña. Es aquel que es capaz de liderar un proceso que lleve a corregir el rumbo hasta ponerlo en la senda correcta.
Hace tiempo, en un taller en el que el ponente nos hablaba de estereotipos, hacíamos un brainstorming de lo que se nos venía a la cabeza sobre ciertas profesiones. En la de consultor predominaban palabras como serio, analítico, tranquilo o con experiencia. Esa era en general la imagen que aquel grupo de cuarenta y tantos teníamos de los consultores. Sin embargo nadie dijo, líder, ni capacidad de comunicación, ni asertividad, capacidades aún más importantes que el conocimiento. Sin ellas, el trabajo de un consultor se convierte en un montón de frases en un informe que la mayoría de veces se quedan ahí, en el papel y nunca se llevan a la realidad.