¿Qué quieres ser de mayor?
Hace poco hacía esta pregunta a una persona, aunque he de confesar que no es la primera vez que la hago. Yo he tenido una gran suerte y es que siempre he tenido claro hacia dónde quería orientar mi vida. No todo el que busca encuentra y mucho menos, una vez encontrado, llega donde quería estar. Quizá sea por eso que me preocupa cuando personas que tengo alrededor y a las que estimo andan perdidas sin haberse sentado a hacerse a sí mismo esa pregunta.
Al margen del planteamiento personal de cada uno, que es imprescindible, me pregunto también, qué hacemos las empresas para ayudar a responder a esta pregunta. Y alguno podrá decir, que cada palo aguante su vela, o sea, que cada cual se responda a sí mismo, que pudiera ser, pero yo creo que no debe ser así.
Sin querer hemos convertido a las marcas en elementos de socialización, esto es una herramienta que usamos para asumir las normas sociales. Extraemos información de las personas por las marcas que consumen, y si no, recuerda cuándo fue la última vez que pensaste algo de alguien por el coche que conducía o por la marca de ropa que vestía. Cuando la marca se convierte en un signo de identidad el producto que representa a veces es incluso secundario.
El problema viene porque pensamos que ese trabajo de marca es algo reservado a grandes presupuestos, cuando en realidad a quienes está reservado es a grandes estrategas tengan o no presupuesto. Si mañana todos los camareros de un bar comienzan a vestir con camisa fucsia, aunque no lleve ningún distintivo del negocio, ¿no se convierte en un signo de identidad en su área de influencia? La marca Mercedes no tiene un significado más allá de un coche porque hayan invertido mucho, sino porque se han preocupado en estar presentes donde también está un determinado perfil. Y ahora la pregunta que cabe hacerse es, ¿Cuándo fue la última vez que pensaste qué quieres que tu marca sea de mayor?