¿El fin de las imágenes?
Una imagen vale más que mil palabras. Frase que ha guiado nuestras vidas, al menos en el último siglo. Pero ¿será el fin de la era de la imagen?
En el marketing hemos saturado la vista. Todo es visión, todo es imagen. Pero hemos cometido un error. Un grave error. Hemos inventado el Photoshop (que no me escuche Adobe).
Hasta no hace mucho, confiábamos ciegamente en la vista (vaya paradoja). Una imagen era la prueba que necesitábamos para creernos lo que el texto que acompañaba nos decía. Sin embargo, no hemos tenido en cuenta al mayor enemigo de la fidelización, que también lo es de la confianza: Defraudar.
Si defraudamos a un cliente dañamos seriamente ese vínculo creado entre nosotros. Ese que llamamos en marketing cliente fidelizado. Si contínuamente defraudamos a un cliente, dañamos tanto ese vínculo que deja de serlo. Si contínuamente usamos imágenes para defraudar, perdemos la confianza en lo que vemos.
Hace unos años una foto en una revista era suficiente para comentar lo guapa o guapo que era la o el modelo. Hoy nada mas verla decimos: «Eso es Photoshop». Y seguramente sea así, pero ni siquiera le concedemos el beneficio de la duda. Damos por hecho que no se publican fotos que no estén retocadas. Estamos empezando a dejar de confiar en lo que vemos.
Y eso no es bueno… ¿O sí? No es bueno si nuestro marketing se basa solo en ese sentido. Pero… ¿Y si hacemos marketing usando los cinco sentidos? ¿Y si nuestra experiencia corporativa envuelve al cliente usando todos los sentidos? Entonces no es tan malo.
Si nuestra experiencia usa todos los sentidos y la de nuestra competencia solo la vista. Entonces no es que no es muy malo, es que es buenísimo. Nuestro cliente está empezando a desconfiar en la forma de comunicación que usa nuestra competencia. Pero tú, si tú usas los cuatro sentidos restantes además de este, entonces tienes estás empezando a ganar la batalla sin ni siquiera haber sacado las armas. Se han caído las de tu enemigo y tú, simplemente ya estabas posicionado donde ahora debe hacerlo él.
Tu cliente está empezando a desconfiar de su vista, antes de que lo haga totalmente, comunica con los cuatro sentidos restantes para completar lo que el ojo no ve. Construye una experiencia corporativa.