A modelo de negocio muerto, modelo de negocio puesto

Hay veces que no hay más remedio que reinventar. Cuando un modelo de negocio está agotado, está agotado. Y no tiene sentido empeñarse en seguir con él a toda costa porque eso solo sirve para alargar la agonía y tener que estar en manos de extraños compañeros de viaje.

Un ejemplo de esto es lo que lleva viviendo desde algunos años la prensa escrita con el modelo de la pescadilla. ¿Pescadilla? Sí, lo explico. Los medios de comunicación en los que las empresas se pueden anunciar están más atomizados que nunca. Lo cual hace que le toque menos pastel a los periódicos. Las empresas tienen que repartir el mismo presupuesto, incluso menos, en más medios. Así de entrada le tocan menos ingresos por publicidad, por puro reparto.

Pero además, cada vez se venden menos periódicos. Lo cual, para los anunciantes, significa que esos medios tienen menos audiencia, con lo que se anuncian menos y presionan para pagar menos. Aquí está la pescadilla, la que se muerde la cola. Necesitan vender más para tener más anunciantes, pero como venden menos se ven obligados a cobrar menos. Y entonces es donde aparecen los extraños compañeros de viaje.

Disminuyen los anunciantes privados, lo que hace que sean más importantes para ellos los anuncios de instituciones públicas. Extraño porque, en primer lugar, si hay instituciones que deben tener poca vocación comercial y mucha de servicio, esos son los organismos públicos. Por tanto, son los que menos necesidad de «anunciarse» deberían tener. Y claro, cuando prácticamente el sustento de un periódico depende de una institución pública, también está el riesgo de que estas le retiren los anuncios si publican información, digamos, incómoda. Ejemplos de esto estamos viendo casi a diario, destituciones incluidas.

El problema no son ni los anunciantes, ni las instituciones públicas. El problema es mantener a toda costa un modelo de negocio que está muerto. Antes todo el mundo iba con un periódico bajo el brazo para estar al día y hoy son los periódicos los que van tarde. Hoy solo se lee la prensa desayunando en la cafetería. Donde un periódico sirve para todos los que entran en ella en una mañana. Y ahora llegará algún iluminado que dirá: ¡Hay que cobrar un canon a las cafeterías por eso! Llámese cafetería o llámese Google. Tasa que solo servirá para que la agonía de un modelo de negocio muerto se alargue un poco más.

No hay ruina mayor que tratar de mantener a flote un negocio que hace agua por todas partes. No hay mayor error, empresarialmente hablando, que tratar de sobrevivir con una empresa sin clientes. Si tus clientes ya no te compran, es porque otro lo hace mejor que tú. Me recuerda a Kodak, tratando de convencernos que el carrete seguía siendo mejor que lo digital, hasta que se arruinó del todo.

Si tu modelo está agotado, reinventa el modelo o cambia de negocio. No hay más opción. Otra cosa es ver precipicio y dar pasos más cortitos, pero siempre hacia él. Pues te terminarás cayendo más tarde o más temprano. Un modelo de negocio muerto solo se arregla con uno nuevo.

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