Cuando tan claro lo tenemos, que lo decimos mal
Hay veces que tenemos tan claro lo que queremos decir, que lo decimos mal. Hace unos meses la multinacional de alimentación Nestlé, presentaba sus diez compromisos nutricionales.
Más que una campaña, es un decálogo que viene a marcar la senda de la empresa en los siguientes meses. Con este manifiesto, se compromete ante sus clientes a impulsar programas de educación nutricional, a reducir la sal en sus comidas, a proporcionar la máxima información en las etiquetas y así hasta diez compromisos entre la empresa y sus clientes.
Un ejemplo de cómo una empresa se alinea con los intereses y motivaciones de sus clientes. La intención de la compañía es que en sus anuncios publicitarios se incluya el compromiso que cumplen con la acción que están anunciando. Otro acierto, no solo dices lo que tienes intención de hacer, sino que enseñas que lo has hecho.
El problema viene, como decía al principio, cuando tienes tan claro lo que tienes que decir que lo dices mal. Así, al final del spot, pretende decir el compromiso que cumple, pero lo hace adaptando el texto del compromiso al del anuncio. Con lo que parece que los compromisos Nestlé simplemente son una estrategia publicitaria hechos a medida de cada lanzamiento. Cuando en realidad es al revés, los cambios de los productos son producto del compromiso.
Nestlé ha dado por sentado que todo el que ve el anuncio, vio en su momento el de los diez compromisos. Cosa que hoy día es imposible por mucho que inviertas en una campaña y menos que recuerdes lo que en él se decía. Además, los anuncios que se emiten actualmente no están en you tube (al menos yo no los encontré), con lo que tampoco se pueden ver en el único medio donde puedes volver atrás y ver de nuevo el spot. Por eso, hay veces que tenemos tan claro lo que queremos decir, que lo decimos mal. Sobre todo cuando lo vemos desde nuestro lado y no desde el lado del cliente.