O de los mejores, o de los baratos
Hace unos días pasaba por mis manos un folleto publicitario donde se anunciaba, usando esta frase, uno de los «teléfonos más baratos del mercado». Me llamó la atención no por el hecho de que en él hubiese un terminal económico. Eso los hay miles. Sino por la marca del mismos, que no era otra que Nokia.
Guerra abierta de sistemas operativos desde hace años, muchas batallas perdidas por la compañía finlandesa. Comprada por Microsoft y uno de los últimos cartuchos de esta para que Windows esté presente en la telefonía móvil y quién sabe si también en el mercado de PC de aquí a unos años… Y sobreviven con teléfonos baratos.
Ya lo he comentado aquí alguna vez, pero pocos ejemplos hay tan claros como este. Si no puedes competir, no te queda otro remedio que ser barato. Si pones en valor algo que no aprecia tu cliente, no te queda otro remedio que ser barato. Si no eres capaz de conectar con tu cliente, no te queda otro remedio que ser barato. Si no haces sentir, o eres barato o poco tienes que hacer.
Y una cosa es lanzarse al mercado con la intención de ser baratos, con lo cual toda nuestra infraestructura y costes estarán adaptadas a este objetivo. Y otra es ser barato después de haber tenido como objetivo estar en el top. Porque en este segundo caso, lo más probable es que ser barato suponga vender con un margen ultrareducido. Lo que, seguro, supone que casi pierdes dinero con cada una de las ventas que haces. Y eso no es ser barato, es ser agónico.