Un alto en el camino para decir lo importante que sois
Yo no iba a escribir hoy sobre esto. Yo tenía pensado otra cosa. Ya lo haré mañana. Hoy merece la pena cambiar el tema. Es que cuando me he sentado manos en teclado para escribir, una canción sonaba en la radio. Una de esas que suena veinte o treinta veces al día (bueno quizá exagero un poco), una de esas que de tanto sonar se oye pero no se escucha. Sin embargo, sin saber por qué, de pronto esta mañana oigo una frase de la canción. Solo una, como si todas las estrofas de pronto se borrasen, solo una frase…
Quizá porque anoche pese a que dicen que fue el día más triste del año, para mi, fue una noche divertida. Si es que dan igual los cálculos matemáticos y que no se cuantos científicos concluyan nada porque las personas tienen, tenemos, el poder de darle la vuelta a las cosas. También el de convertir el blue monday en el happy monday. De superar adversidades y de dejar a un lado todo para hacer más agradable el día a quien te lo hace a ti.
Y yo esta mañana tenía pensado escribir, como siempre, sobre marketing, sobre empresas, sobre cómo reaccionamos las personas ante ciertas acciones, cuando esa frase me hizo cambiar de idea y escribir sobre personas.
Jornadas maratonianas y ritmos frenéticos nos hacen olvidar que cada día nos levantamos para personas. Que cada paso que damos, si no es con gente no tiene sentido. Pero se nos olvida. Se nos olvidan las personas y se nos olvida dar las gracias. Menos mal que está mi amiga Mónica para recordarme que no es que esté de más dar las gracias, es que si no lo haces está de menos.
Por eso esta mañana he decido escribir de otra cosa. Mañana será otro día. Mañana escribiré lo que tenía pensado para hoy. Hoy todo esto es para decir gracias Francisco, Mónica, Juan, Patri y Patri (es que había dos) por la noche de anoche. Por estar ahí. Hoy todo esto es para decir gracias, en general. Gracias a quien me lee porque para ti escribo. Gracias a quien va a verme porque para ti voy. Pero también gracias a quien no le gusta lo que cuento, porque gracias a ti se lo que debo mejorar. Gracias a quien no le gusta lo que escribo porque gracias a ti aprendo a hacerlo mejor. Gracias a quien me quiere porque por ti vivo. Pero también gracias quien me odia porque gracias a ti se lo que he hecho mal. Gracias, así, en general, porque qué hacemos aquí en este mundo si no es porque hay otros con quien estar. Otros a quienes apoyar, a quienes ayudar, con quien disfrutar. Gracias, gracias, gracias y que no se nos olvide decir gracias no vaya a ser que un día tengamos que decir eso de: «Quisiera haber querido lo que no he sabido querer». Y aunque me ha quedado un post un tanto melancólico, es todo lo contrario. Está escrito con resaca de risa, que es la mejor de todas.