El tamaño ideal de la tarjeta de visita
Hay muchos lectores que en el normal desarrollo del diseño de su experiencia corporativa, me preguntan por el tamaño de la tarjeta de visita. Así que he decidido compartir con vosotros las conclusiones de parte de algunos trabajos de neuromarketing en los que se ha tratado de estudiar este, entre otros aspectos de una tarjeta. En todos ellos se muestra cómo tamaños diferentes a los convencionales no funcionan bien.
Erróneamente se piensa, que un tamaño de tarjeta diferente al habitual nos ayudará a destacar y a que el cliente nos recuerde. Nada más lejos de la realidad. Esto se debe a la propia forma de funcionar que tiene nuestro cerebro. Agrupa la información, es como si el contenido relacionado lo guardase en cajones de un gran archivador. Cuando ve un elemento similar a lo que hay guardado en un cajón, abre el cajón entero. Así, cuando vemos algo parecido a un tomate, nuestro cerebro abre el cajón donde tiene la información del tomate y todo lo relacionado y parecido con él. Y en ese momento esa información, ese cajón abierto, está más accesible.
Nuestro cerebro está muy acostumbrado a que las tarjetas de visita tengan un tamaño y forma concretos (en torno al de una tarjeta de crédito y rectangular). Cuando ve algo diferente, en efecto, le llama la atención, pero solo en ese momento. Como no se parece a lo que entiende que es una tarjeta de visita, no guarda esa información «en el cajón de las tarjetas». Con lo que sí, llama la atención en ese momento, pero usar un tamaño y forma diferentes a las habituales hace que la tarjeta «pierda efectividad» con el tiempo. Y claro, lo que precisamente interesa de ella es que haga su trabajo pasado un tiempo, no en el momento.
Si quieres que tu tarjeta de visita destaque, deberás hacerlo con el diseño del contenido, pero no con el tamaño, pues un tamaño diferente al «estandar» tiene justo el efecto contrario.