El secreto de una buena tarjeta de visita (2)
A raíz del post que escribí hace unos días sobre el tamaño de las tarjetas de visita, muchos habéis preguntado más detalles sobre ellas. Así que vamos a dar un paso más, el más importante. Lo que jamás y de ninguna manera puede fallar en una tarjeta de visita.
Hay algo esencial de lo que va a depender que una tarjeta termine en la papelera, guardada o, mejor aún, recordada. Da igual el papel, el diseño, el tamaño, la imagen, la tipografía o lo que sea. Lo más importante de la tarjeta no es la tarjeta, eres tú.
A veces nos preocupamos excesivamente de los diferentes elementos de la tarjeta y su diseño y nos olvidamos que no es la tarjeta, somos nosotros los que tenemos que dejar huella en el cliente. La tarjeta solo sirve para que la persona que la recibe no tenga que anotar tus datos, porque le interesa contactar contigo en algún momento. Y para eso, has tenido que llamar su atención y quedarte en su cabeza, … Pero tú, no tu tarjeta.
Evidentemente el diseño de la tarjeta debe ser coherente con tu experiencia corporativa, compatible con tu marca personal, etc, etc, etc, pero si fallas tú, la tarjeta caerá en la papelera o en el montón al lado de otros cientos en ese lugar donde se guardan las tarjetas porque da cosa tirarlas. Junto a esas que todos coleccionamos como los cromos cuando éramos niños, pero que nunca acudimos a ellas. Si dejas huella en tu cliente o potencial cliente, querrá «guardarte». Y cuando vea tu tarjeta, quien vendrá a su cabeza eres tú.