Cuando el color es el cambio y no indicador del cambio
Pasaba el otro día delante de un escaparate de una tienda de deportes y… ¡Qué locura! Un conocido fabricante ha lanzado al mercado una botas de fútbol color negro. Eso ya no se lleva, seguro que piensan algunos.
Hace años, todas las botas de fútbol eran color negro. Y de la más absoluta oscuridad hemos pasado a las botas de fútbol color flúor. Naranjas, amarillas, verdes, pero prácticamente todas con colores fluorescentes. ¿Por qué será? ¿Es que es mejor para el deporte? Si no pega nada con ninguna de las equipaciones de los futbolistas, ….
La respuesta está en la televisión. Sí, en la tele. Las marcas deportivas patrocinan a los jugadores para que lleven sus botas, para así aprovechar en las tiendas el tirón del astro deportivo de turno. Pero claro, el jugador, por exigencias del guión, durante un partido debe ir vestido con la equipación del club al que pertenece. Con lo cual ahí, quien tiene visibilidad es la marca que viste al equipo. Que necesariamente no tiene por qué coincidir con la de las botas del jugador. En la retransmisión de un partido en televisión, las botas son dos puntitos. Puntitos a los que la marca debe sacarle partido.
Cuando todas las botas eran negras, cómo saber que las botas de Messi o de Cristiano son de tal o cuál marca, imposible. Son dos puntitos negros. Solución: dos puntos negros entre muchos puntos negros son difíciles de distinguir. Pero si las hacemos amarillo fluorescente, dos puntitos de ese color sí que se ven en la distancia. Lo cual facilita que el fan asocie las botas con su jugador favorito.
Claro, tanto se ha extendido la costumbre, que ahora sí que se puede volver al negro. Porque ahora todas son flúor. Así que dos puntos negros entre tanto colorido, también destaca.
Moraleja, las estrategias de cambio de color para destacar tienen duración limitada, sobre todo si crean tendencia. Me vienen a la mente varias copisterías, la primera de ellas con color corporativo verde. Los competidores que han ido surgiendo a lo largo del tiempo, también han adoptado ese color. Y al cabo de los años los tres principales competidores tenían el mismo color corporativo. Lo cual obligo a uno de ellos, el primero, a cambiar por otro para diferenciarse.
Si la diferencia está solo en el color, con un simple cambio de color corporativo de la competencia, ya es otra vez igual que tú. El cambio no puede estar solo en el color. Es más, el color no debe ser el protagonista del cambio. Por eso, el color debe escogerse en función de lo que tu experiencia corporativa debe expresar. No en función de la competencia ni de otros factores.