El emprededor no tiene Blue Mondays

Hay una Semana Blanca (en Andalucía) hay un black friday y me acabo de enterar que hoy es el blue monday.

Parece ser que alguien se ha entretenido en tener en cuenta una serie de variables como son la cuesta de enero, el comienzo del período de frustración por no estar cumpliendo los propósitos de año nuevo y el hecho de ser lunes y como resultado de hacer «algo» con todas esas variables le ha dado que hoy es el peor día del año, eso es el blue monday.

Menos mal que para los emprendedores no hay blue monday que valga. Para alguien al que le mueve la ilusión no hay peor día del año. Alguno diría que todos son iguales de malos, aunque mejor decir que todos son iguales de buenos, ¿no?

Se les dice a los emprendedores que deben hacer planes de empresa y se les enseña a hacerlos. Se les cuenta que deben trabajar con un plan. Se les cuenta cómo debe ser su atención al cliente y cómo optimizar el tiempo, pero normalmente no se les enseña lo más importante: a autogestionarse emocionalmente.

La vida de un emprendedor es una montaña rusa. Hoy te levantas eufórico porque ayer cerraste el día con buenas ventas y parece que todo va a mejorar, que se acabaron tus problemas, pero de pronto un email con un gasto inesperado hace que caigas en picado hasta lo más hondo. Y entonces parece que los astros se confabulan para que no vendas ni una gamba (como el de la serie de TV) hasta que parece que ahora sí que vendes de nuevo y otra vez para arriba. Todo eso unido a que le echas más horas que un reloj pero lo único que sabes con seguridad es lo que, como mínimo, tienes que pagar cada más. Pero nunca sabes si llegarás bien a pagarlo.

Hoy arriba mañana abajo y con eso hay que aprender a vivir. Porque tienes que tener la misma energía el día que estás en la cumbre y el que estás en el pozo. Y a eso nadie nos enseña, desgraciadamente. Aunque si bien es verdad es algo que nos deberían enseñar en el colegio, la vida de un estudiante también está llena de altibajos, pero no, ni siquiera se menciona que se puede hacer. Y así nos pasamos la vida aprendiendo de todo menos a vivir. Aprendiendo de todo menos de nosotros mismos. Aprendiendo cómo hacer la mochila, cómo beber y qué comer, sin saber dónde tenemos que ir.

Planes y proyectos sí, yo soy el primero que los defiende. Pero conocer y gestionar nuestras propias emociones también. A todo se aprende y nunca es tarde.

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