El porcentaje de mujeres en los puestos directivos
Es un debate eterno, sí. Pero estos días con la proximidad de las elecciones generales y los criterios en lo que al sexo de sus integrantes se refiere al confeccionar sus listas, el tema está candente aún (si cabe).
Esta discusión se acabará el día que a nadie le extrañe la cantidad de hombres o de mujeres que haya en una empresa cualquiera. El día que no haya que plantearse si hay más o menos mujeres, ese día habremos superado de verdad eso que llamamos igualdad pero que nadie entiende bien.
Ser iguales no es obligar a que la mitad de un Consejo de administración o de una lista electoral sean de un determinado sexo. Eso es tener que renunciar a los mejores o a las mejores porque hay una cuota que cumplir.
Yo no quiero que un partido lleve en una lista la mitad de mujeres por obligación. Ni que una empresa siente en sus órganos directivos a la mitad de mujeres porque está obligado a ello. Yo quiero simplemente que al frente estén los mejores independientemente del sexo que tengan. Así de fácil.
A mi las revanchas de las cuotas no me parecen una buena solución. El hecho de como en algunas empresas hay menos de un sexo, compensamos con obligar a que en otras solo haya de un sexo concreto… ¿Compensamos qué? Eso no es igualdad. Eso es discriminar. Es discriminar a buenos candidatos por su sexo, sean hombres o mujeres y jamás la igualdad se logrará discriminando.
Dos bolis iguales porque puedo elegir cualquiera de los dos y me siento igual de cómodo escribiendo con ellos. A lo mejor son de marcas distintas. A lo mejor uno es metálico y el otro de pasta. A lo mejor parecen diferentes. Pero me siento igual de a gusto cuando escribo con ellos. Por tanto, no hay diferencia alguna en su función. Escojo uno u otro. Son iguales. ¿Por qué tenemos que seleccionar personas para cumplir una cuota de un sexo concreto? El día que nos sintamos igual trabajando con uno o con otro, ese día podremos hablar de igualdad. Mientras tanto, mientras sigamos pensando que el problema se soluciona obligando a porcentajes, seguiremos hablando de discriminación. Las cremalleras son un buen invento, pero para la ropa.