El problema de ser esclavo de tu futuro
Lo estamos viendo estos días, viendo y oyendo. Partidos políticos que al no tener trayectoria, pueden hablar sin ser esclavos de su pasado. Pero eso tiene un peligro importante, que es convertirte en esclavo, pero de tu futuro.
En las empresas también nos ocurre, sobre todo con nuevos clientes. Mucho más si vienen de nuestra competencia a nosotros con una mala experiencia. Es muy tentador prometer de todo, no ser esclavo del pasado nos da esa tranquilidad. El problema, como decía, es que en ese momento te estás convirtiendo en esclavo de tu futuro.
Si ya resulta complicado fidelizar a un cliente, hacerlo con uno al que le hemos prometido demasiado mucho más. No hay enemigo más grande de la fidelización que la decepción. Y la decepción tras las promesas del oro y el moro es mucho más grande. Con lo cual la fidelización de ese cliente se hace casi imposible si no somos capaces de cumplir lo que prometimos.
Un ejemplo más de que para prometer hay que estar en condiciones de hacerlo. Ya que hemos empezado hablando de política, terminaremos también el post hablando de ella. Debemos hacer uso de aquella famosa frase de nuestros primeros años de democracia, en el que Adolfo Suárez decía eso de «Puedo prometer, y prometo». O sea, no prometer si no se está en condiciones de hacerlo. Decir que haremos aquello que no podemos es pan para hoy y hambre para mañana, ingreso para hoy y pérdidas para mañana pues una decepción siempre arrastra más de un cliente.
Ser esclavo de tu pasado te da, al menos, la oportunidad de reconocer tus errores, echar la vista al frente y seguir adelante mirando atrás solo para no caer en los mismos errores. Ser esclavo de tu futuro no te da oportunidades. Solo seguir adelante y cumplir lo que dijiste.