El valor de las personas
El otro día dije una frase que, en un principio, levantó un poco de polémica. La frase en cuestión fue: «Si una máquina puede hacer tu trabajo mejor que tú, que lo haga la máquina».
Y es que las personas estamos para aportar lo que las máquinas no pueden. A estas alturas de la vida, a ningún contable se le ocurre llevar la contabilidad de una empresa en papel y hacer las cuentas con lápiz y papel. Hay máquinas para eso que hacen ese trabajo con menor índice de errores. Sin embargo, la máquina no puede analizar las cuentas de la empresa y proponer acciones para una gestión óptima de los recursos, ese es el trabajo de una persona.
Las personas estamos para aportar valor. Si tu trabajo, si el servicio que le prestas a tu cliente lo hace mejor una máquina, no dudes que tarde o temprano prescindirán de ti. Sin embargo, si eres capaz de aportar valor a lo que haces. Si eres capaz de que tu trabajo valga más porque lo has hecho tú y tu cliente percibe ese valor, entonces te conviertes en imprescindible para él.
Hablaba una vez con un directivo de Pyme que se había visto obligado a despedir uno de sus directivos porque la situación económica por la que atravesaban hacía imposible pagar ese y otros salarios. Y me decía, en el día a día de la empresa no se ha notado nada, todo funciona igual sin él. Sin embargo, sí que se ha notado en las propuestas y acciones que proponía que casi siempre eran buenas y además las ponía en marcha rápidamente con todos los recursos disponibles. Eso es aportar valor. Supo delegar y repartir el trabajo de forma que fuese prescindible en la rutina diaria, pero imprescindible en aquello en lo que él podía aportar valor.
Cuando los miembros del equipo aportan valor a lo que hacen, la experiencia corporativa se ve enriquecida en todos los aspectos. Haz que el valor que aportas sea imprescindible para tu cliente y para tu empresa.