La experiencia corporativa condiciona la venta
Me comentaba ayer un buen amigo, que se le había averiado el frigorífico de casa y al no merecer la pena su reparación, salió a comprar uno nuevo.
Visitó varias tiendas, pero en concreto dos, las descartó por la mala impresión que le produjo entrar en una nave poco cuidada, con los frigoríficos uno al lado de otro, pero sin equilibrar, con lo que la parte superior de algunos tocaba al de al lado, polvo en el suelo y la iluminación poco intensa y además muy alta. Inmediatamente se fijó en los precios y vio que eran aproximadamente los mismos que los de otras tiendas, así que salió sin ni siquiera hablar con el vendedor.
Quería compartir esta situación con vosotros porque es muy significativa. Mi amigo en el momento que se encontró inmerso en esa mala experiencia corporativa, se fijó en los precios. ¿Por qué? Porque esa podría ser una experiencia válida si quieres que tu cliente perciba que eres muy barato. Sin embargo, al comprobar que los precios estaban en línea con otros establecimientos, automáticamente descartó comprar allí, asoció esa experiencia a mal servicio o servicio descuidado.
Una misma experiencia puede ser adecuada o no, según su propósito. Y, además, esto es una prueba más de que la experiencia corporativa influye en la venta. En tus manos está dejarla al azar, o hacer que sea la que tu negocio necesita.