El poder de la curiosidad a través de una fachada
¿Te paraste a pensar por qué las fachadas de los establecimientos cada vez son más transparentes? ¿Por qué cada vez se hacen más tiendas con paredes de cristal?
Hace varios años esto era impensable por motivos de seguridad. Pero hoy, una fachada de cristal puede ser igual de segura que una de ladrillo, pero con varias ventajas adicionales.
La primera es más que evidente: luz natural. Nos encanta, nos sentimos más cómodos con ella. Y además nos hace ahorrar en el recibo. Como ya comenté en el post la iluminación, la luz artificial debe colocarse para concentrar la vista en determinados puntos, no para sustituir a la que proviene del Sol.
Pero además del ahorro, una fachada transparente convierte una tienda en un escaparate. No hay cosa que nos guste más que mirar el interior de las tiendas creyendo que nadie nos ve. Y cuando miramos descubrimos a gente como nosotros comprando, manipulando los productos que nosotros podríamos comprar. Y nos llega un mensaje: Si él, que es como yo, compra ese producto ¿por qué no voy a hacerlo yo?
También nos llama poderosísimamente la atención ver movimiento. Pasar por una fachada transparente y ver que dentro hay gente que se mueve, hace que instintivamente miremos. Y al mirar, ya sabemos lo que pasa (párrafo anterior).
Por eso todas empresas que se dedican a vender a cliente final, tienden a hacer fachadas cada vez más transparentes. Atrás quedó aquella propuesta que arrancó en España con El Corte Inglés, en la que cerraba completamente sus centros comerciales para no despistar al cliente.
Para no despistar al cliente se usan otras estrategias, lo importante es que el cliente se sienta a gusto. Y lo hace con luz natural mejor que con artificial. Amén del poder de atracción que poseen las fachadas transparentes, mucho más útil que el opaco ladrillo.