El misterio del café lleno
El otro día visitaba una cafetería, aparentemente de lo más normal. En un lugar de lo más normal. Con un café que, a decir verdad, tampoco estaba muy bueno. Un lugar mal iluminado. De esos sitios que si los ves, no te dan ganas de entrar. Lo hice porque me llevaron, pero seguramente yo no hubiese entrado allí de haber pasado por la puerta.
Sin embargo, pese a que alrededor hay varias cafeterías más, con un espacio mucho más cuidado, esta estaba llena. Y me aseguraban que siempre está así, llena. Y claro, quizá por deformación profesional, no paraba de preguntarme qué es lo que le hacía a este lugar estar lleno y ser uno de los preferidos por los vecinos de la zona.
En cuanto se acercó la camarera me di cuenta. En menos de un minuto me sentí como en casa y a los cinco minutos, casi sin darme cuenta estaba entablando conversación con las mesas de alrededor, pero de una forma natural. Nada de sentirse forzado. Hablando en términos «marketeros» el networking allí fluía en el ambiente.
No era el café, ni el entorno, ni siquiera la wifi (porque no tenía), eran las personas. No se me ocurre otro ejemplo mejor para mostrar que lo más importante en la experiencia corporativa es lo que haces sentir y hacerlo a través de las personas. Eso es lo que realmente atrae y fideliza clientes. Cada vez que entra un cliente allí, sale siendo un cachito de ese sitio. Eso es lo que le hace estar lleno.