El problema no es el control, sino la poca libertad
Es otro de los grandes males de la empresa española y especialmente el de las Pymes. El querer controlarlo todo por parte de sus directivos o propietarios. Quieren estar informados de cada paso y sobre todo de cada fallo. Quieren tenerlo todo bajo control y algunos incluso viven obsesionados por diseñar mecanismos de control para que nada falle.
Está bien tener el control de la situación, lo malo es, como pasa frecuentemente, cuando el control de la situación pasa por el control de las personas. Una cosa es pensar y diseñar procesos para dar un buen servicio y otra es controlar lo que hace tu propio equipo. Aunque claro, en este caso no se podría llamar así.
Aunque parezca paradójico no hay mejor mecanismo de control que dar libertad a tu gente. Si tu contratas a alguien es porque estás convencido de que va a desempeñar correctamente su trabajo. Si no, no lo contrates. Y si estás convencido de que hará bien su trabajo, déjalo hacer.
El exceso de control solo sirve para que tu gente esté temiendo la bronca. Mata la iniciativa de las personas con lo que por el camino pierdes buenas ideas. Y sobre todo, si intentas controlar todo, llega un momento en que tienes que poner personas que controlan al que controla. Como diría el gran Andreu Buenafuente, «entras en una espiral» de control. Espiral que no es nada buena y termina por tener un equipo que no sabe dar un paso, o no se atreve a hacerlo por temor a la bronca.
Sin embargo, si dejas hacer, tendrás iniciativa. Si encima te rodeas de gente mejor que tú, tendrás mejores ideas y resultados que cuando estabas tú solo. Cuando controlas te conviertes en el perro del hortelano, que ni come ni deja comer.
Por supuesto que tu equipo se equivocará y ahí es donde entras tú. Pero no para echar la bronca, sino para ayudar a arreglar el problema. Entonces es cuando tu equipo te verá como un apoyo. Entonces es cuando seguirán teniendo ideas y estrecharán lazos contigo. Con lo que fidelizarás a tu equipo, además de al cliente. Porque ser cliente de una empresa cuyos miembros son una piña es una delicia. Porque puede haber problemas, pero lo que siempre hay son soluciones.