
Por motivos de ahorro energético, la temperatura de los edificios públicos está regulada en España. Sin embargo, incluso con esta regulación, la temperatura influye y mucho en las compras.
Pensemos un momento, mediados de agosto, cuatro de la tarde, un sol que cae en la calle como si no hubiese más para mañana, pero sí, sí que hay. Ni un alma andando por la calle... Y los centros comerciales llenos. ¿Rebajas? ¿Macroimpulso de compra? No, fresquito.
Eso...